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Austria espera su momento


Alaba es una de las piezas clave de esta selección

Para la mayoría de combinados nacionales el tren pasa solo una vez cada mucho tiempo. Asumiendo que en el fútbol de selecciones las citas importantes no suceden a diario, en los países no acostumbrados a producir talento de forma rutinaria, la coincidencia de los factores suficientes para atisbar que puede ser ‘el momento’ no se da tan fácilmente. Aunque haya un alto porcentaje de mérito propio, forjado en unas bases sentadas desde hace tiempo, no se puede descartar el azar, y cuando llega la hora de la verdad, como mínimo, hay que intentar subirse al vagón. Porque no se sabe con certeza si el futuro volverá a brindar una oportunidad para alcanzar, a esa escala, algo verdaderamente importante.


Este es el caso de Austria a ocho meses vista de la celebración de la Eurocopa 2021. Hoy por hoy, Austria goza de muy buena salud a muchos niveles futbolísticos distintos. Los que son sus jugadores de más renombre (Alaba, Sabitzer y Lainer), por edad y estatus están probablemente en la plenitud de sus carreras; su cantera es un vivero importante para una de las cinco grandes ligas europeas (Baumgartner, Schlager, Gregortisch, etc.); la veteranía (Hinteregger, Baumgartlinger e Ilsanker) sigue siendo un sustento competitivo en el once titular; y por último y no menos importante, Franco Foda, que tomó las riendas del proyecto en 2017, está moldeando con mucha armonía desde la pizarra todos los recursos de los que dispone.


Aparte de los factores comentados, si algo juega a favor de los austríacos sobremanera, es la coherencia que hay entre el estilo de juego y los protagonistas escogidos. Austria, por encima de todo, es un equipo que tiene muy claro a lo que juega; bien construyendo desde atrás o bien presionando con el bloque muy arriba (tras pérdida o no), quiere asumir la iniciativa del juego la mayor parte del tiempo. Siempre garantizando una estructura que mantenga los espacios bien ocupados -parte del 1–4–2–3–1-, Foda concede a sus hombres las licencias necesarias para que se sientan cómodos en ataque, puedan darse automatismos para progresar y se recupere el balón lo más cerca posible del arco rival. Simplificándolo mucho: atacar bien para defender bien.


Así las cosas, Austria es un equipo que se construye de izquierda a derecha. El buen pie de Hinteregger, sumado a la complementariedad del dúo Alaba-Baumgartner y al buen hacer de Lainer para incorporarse desde segunda línea, invitan a que Austria geste su ataque en el lado zurdo y lo termine en el diestro. Todos los tiros apuntan ahí. Hinteregger, asumiendo el primer pase, Alaba (cuando no está, Ulmer) cogiendo altura por el carril exterior y Baumgartner, metiéndose hacia dentro a medida que la jugada avanza, conforman el lado fuerte del sistema austríaco. Entonces, la hoja de ruta consiste en atraer al bloque rival hacia allí, con el concepto del tercer hombre muy mecanizado, y conseguir el espacio y el tiempo necesarios para lanzar al espacio al lateral del Mönchengladbach.


Para ello, la tenencia de un jugador más que el rival en el primer escalón resulta (casi siempre) imprescindible. Si el rival presiona con un delantero, el 1-4–2–3–1 se mantiene intacto: laterales bajos, el doble pivote fija dentro y los mediapuntas buscan intervalos donde recibir. Ahora bien, si son dos los que presionan y reitero, si es necesario, uno de los mediocentros (generalmente incrustándose entre centrales pero también lateralizándose) baja a la primera línea a fin de crear la primera superioridad numérica. La línea de tres se ensancha (lo cual se traduce en tiempo y espacio para los envíos de Hinteregger), los laterales empujan hasta un escalón intermedio y los extremos se sitúan a caballo entre los pasillos exterior e interior. Salvo Lainer, al que se le permite estirar lo suficiente por motivos obvios, las distancias entre las líneas son más que razonables para que con un pase vertical y una descarga el equipo viaje junto y fluido.



Mirando más allá del primer escalón, el mediapunta es quizás el jugador que más terreno y roles abarca en el funcionamiento colectivo. Xaver Schlager, aunque también Sabitzer (quien no estuvo en la última convocatoria por lesión), son los nombres que Foda tiene en mente para la posición. Estos, si bien parten de la zona entre la defensa y el centro del campo rival, no permanecen entre líneas todo el rato. En el momento más embrionario de la jugada, sí, pero a medida que el contrario se ve obligado a retrasar sus líneas, la figura del mediapunta se transforma en un centrocampista más. Genera superioridades con los pivotes, completa triángulos en el lado fuerte -recibiendo directamente de Hinteregger o con las parejas de las bandas- y baja a la base cuando uno de los pivotes forma línea con los centrales. Por perfil y pizarra, son más centrocampistas que delanteros.


Pasando al que indudablemente es el mejor jugador, el rol y el contexto que le reservó Foda a David Alaba en los dos últimos partidos también se alinea con la coherencia del equipo. En el lado en el que se empieza a elaborar el ataque, el jugador del Bayern de Münich está muy confortable tácticamente. Una vez Austria se instala en campo rival, lejos de ser el lateral largo de antaño y esperando su recepción por dentro, Alaba está muy relacionado con el circuito asociativo. Y en eso es clave Baumgartner. Con el del Hoffenheim, que tanto puede pincharse fuera como pisar zonas intermedias (para luego cargar el área cuando el balón llega a Lainer), las permutas se llevan a cabo con mucha naturalidad. A tenor de lo visto en los 180' que han compartido tras el parón, la relación se vislumbra, cuando menos, productiva tanto a nivel individual como colectivo.


Lógicamente, habiendo resaltado lo más positivo hasta ahora, Austria aun está lejos de ser una selección completamente redonda. Hay ciertas dudas que deben despejarse; algunos perfiles y roles todavía bailan, está por ver cuán suficientes se muestran los centrales lejos de su área, la presión alta aun no ha sido testada contra rivales de entidad… y lo más importante: Alaba y Sabitzer, los que por galones deben liderar el grupo, aun no han coincidido sobre el verde en este 2020. Lo que sí está claro, sin embargo, es que el camino tomado por Foda está bastante asimilado por los protagonistas. Y eso, aún con tiempo para acabar de pulir la idea definitiva, ya es algo que pocas selecciones están en disposición de decir.

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