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Un nuevo impulso para Arteta. Análisis táctico de la Community Shield: Arsenal 1-1 Liverpool



El Arsenal venció en los penaltis al Liverpool en la final de la Community Shield, la competición que da el pistoletazo de salida a la nueva temporada del fútbol inglés. De esta forma, Mikel Arteta cosechó su segundo título con los gunners en apenas un mes, lo que significa un chute de autoestima por partida doble para una entidad tan carente de ella en el último lustro. En lo referente al partido en sí, no dejó actuaciones sobresalientes y tuvo tintes de pretemporada, algo normal visto que ambos conjuntos prácticamente no habían jugado amistosos hasta la fecha. Sin embargo, muchos jugadores rayaron un nivel notable y, lo más destacable, Arteta y Klopp dieron muestras de estar engrasando sus máquinas para la temporada venidera. La batalla se libró en las pizarras.

Los primeros minutos del partido estuvieron marcados por ver quién arriesgaba más. Tanto Arsenal como Liverpool superaban primera línea de presión –alta por ambos lados- con cierta facilidad, pero no progresaban con el balón controlado hasta tres cuartos. Preferían perderla lejos de su campo, mediante pases largos a espalda de línea defensiva, que tener una pérdida que acarreará una transición peligrosa. Intentaban establecerse arriba a través de una ventaja que de facto tenían sobre el rival: el Liverpool con el pase largo característico de Van Dijk a Mané y el Arsenal con el envío a la zona entre Neco Williams y Joe Gómez, la más débil del rival, con Aubameyang como receptor. El segundo tercio del verde era un mero trámite.

Poco después, se dio con frecuencia un duelo que protagonizaría gran parte del choque: la salida de balón del Arsenal frente a la presión alta del Liverpool. Los gunners, como es habitual en los últimos meses de Arteta, mutaron su particular esquema de tres centrales y dos carrileros a uno de 4 + 2. Todos los integrantes de la línea de cinco se movían una posición a la izquierda (Maitland-Niles, carrilero izquierdo, se metía en intermedias) y por delante de la línea de cuatro quedaban Xakha y Elneny. El objetivo de la salida era triangular, atraer la presión y encontrar al hombre libre para lanzar a los tres de arriba, que fijaban posición. En una de ellas, el Arsenal superó la presión del Liverpool de forma canónica, Bellerín lanzó a Saka, que se movió de maravilla durante todo el primer tiempo en el espacio entre Robertson-Van Dijk-Fabinho, y llegó el 1 a 0 de Aubameyang. Para verlo repetido una y otra vez.


El Liverpool, por su parte, presionaba con dos líneas de tres situadas en carril central intentando disuadir líneas de pase y que los pivotes siempre recibieran de espaldas y sin posibilidad de giro. No obstante, esta debía ser muy coordinada, porque si el Arsenal conseguía el pase central-lateral, dado que Milner y Wijnaldum estaban con pivotes (como en la jugada del gol), Tierney y Bellerín recibían con mucho tiempo-espacio para avanzar. Más adelante, veremos cómo corrigió ahí Klopp tras el 1-0.

Tras ir por detrás en el marcador, el Liverpool se vio obligado a atacar en posicional con más frecuencia. Para ello, Klopp lo tenía claro: quería a tres hombres en primera línea para tener superioridad numérica. Entre Robertson y Milner se repartieron la tarea de bajar con centrales, cuando uno se colocaba de central izquierdo, el otro ofrecía amplitud por fuera, y viceversa. De esta manera, además, se conseguía no involucrar al joven Neco Williams, que sustituía a Alexander Arnold en el lateral derecho, en los primeros pases del ataque red. La posición del canterano fue muy alta en gran parte del primer tiempo y apenas tocó balón. No obstante, por la buena disposición defensiva del Arsenal, que alternó fases de presión alta con repliegue, la medida del técnico alemán no resultó eficaz.

El sistema defensivo de Arteta consistió en tapar todas las salidas del Liverpool con vigilancias individuales. Los delanteros de banda, Saka y Aubameyang, iban con centrales de los lados (Saka, por perfil, se ocupaba del que bajaba, Milner o Robertson) y Nketiah, en función de la altura de la presión, se quedaba con Fabinho o saltaba a Van Dijk o Alisson Si lo hacía, uno de los dos pivotes cogía a Fabinho, si no la función de estos era tapar línea de pase con Firmino (a pesar de que no siempre lo hicieron). Así, la superioridad que pretendía Klopp quedó en nada y el Liverpool, antes del 20’, tuvo dificultades para progresar limpiamente.


A partir del 20’ el partido cambió. El Arsenal, como viene siendo habitual con Arteta, por incapacidad para seguir presionando alto, pero sobre todo a sabiendas del botín que había conseguido en su primera llegada, dio un paso atrás. Replegó en su campo en un 1-5-4-1 y se quedó muy hundido, sin mecanismos colectivos ni individuales para atacar tras recuperar el balón. De esta manera, el Liverpool vivió continuamente en campo contrario y pudo presionar bien la pérdida. El dinamismo de Milner, Mané y Firmino, los tres jugadores más activos del campeón inglés, generó aproximaciones a la portería de Martínez que no se acabaron de concretar. A nivel posicional, el repliegue de los londinenses tampoco fue sólido. Elneny, picando a los recuerrentes arrastres de jugadores rojos, abrió pasillos en carril central que Firmino, leyendo de maravilla esos espacios, aprovechó. Si el marcador no se movió fue porque el Liverpool no estuvo acertado –ni preciso- en el último tercio.

Volviendo al tema de la presión red, si bien en el cómputo global la salida del Arsenal se impuso, sí hubo un tramo de la primera parte donde Klopp corrigió y el Liverpool obtuvo bastantes recuperaciones altas. El cambio estribó en el fondo, pero también en la forma. Con el 0-1, la presión fue más voraz, coordinada y proactiva, y a la vez tuvo alguna modificación táctica interesante. La primera consistió en que Wijnaldum, y no Firmino como anteriormente, saltara a central poseedor de balón; la segunda que Robertson y Williams no fueran a por los laterales, sino que mantuvieran posición para que no atacasen su espalda como en el gol de Saka; y la tercera, en consonancia con esta última, que bien un interior o bien un extremo se encargara de los laterales.

Como decía, en una balanza, el Arsenal salió más veces con el balón controlado de las que el Liverpool robó. Los cambios de orientación, directos de David Luiz o pasando por uno de los dos mediocentros, desinflaban la presión del Liverpool, que en muchas ocasiones basculaba en demasía hacia el sector de balón, y volvían a recordarle a los de Klopp que debían presionar de forma muy coordinada si querían seguir forzando errores en una salida de balón de mucho empaque.

Llegados al segundo tiempo, la fragilidad del bloque defensivo del Arsenal, que de primeras se parapetó atrás, se acentuó. Van Dijk y Gómez siempre tenían superioridad frente a Nketiah y Firmino, Mané y Salah recibieron con asiduidad a espaldas de la línea de cuatro centrocampistas gunner. Con su dinamismo ofensivo, el Liverpool abrió y atacó los intervalos de Xakha-Elneny y de Xakha-Aubameyang. Firmino o Salah hacían un desmarque de apoyo y se colaban por esos huecos con cierta constancia. A eso se le sumó la dirección de campo de Klopp, que en el 60’ dio entrada a Keita y Minamino y modificó el dibujo en ataque. Pasó del 1-4-3-3 a un 1-4-2-3-1 que se convertía en un 3-2-4-1 cuando el Liverpool atacaba. Gomez hacía de lateral en defensa y de tercer central con balón, Keita y Wijnaldum formaban el doble pivote y el resto fijaba a la línea de cinco defensas del Arsenal (con el asterísco de Firmino, cuyo rol fue más de centrocampista, viniendo muy abajo, que de delantero). Más allá del nuevo esquema, que mejoró al Liverpool, cabe destacar el impacto –directo- que tuvo Naby Keita en el encuentro. El guineano recibió abajo, condujo, fijo marcas y soltó, lo que ayudó a empotrar al Arsenal hacia su portero cada vez más. Todas las mejoras del Liverpool culminaron en el 72’, cuando Minamino igualó el marcador tras una buena jugada de Mané y Salah.

Finalmente, gracias a Emiliano Martínez, que fue clave achicando en las dos ocasiones más claras del Liverpool, el Arsenal pudo llegar vivo a los penaltis y a la postre ganar un título que supone un impulso tremendo a lo que está construyendo Mikel Arteta. En el norte de Londres empiezan a sonreír.

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