El ‘amiguete’ que acabó siendo estrella
- Antonio Baena
- 9 may 2020
- 5 Min. de lectura

El Atlético del ‘Cholo’ Simeone ha marcado a toda una generación de aficionados colchoneros. Sin embargo, antes de este hubo otro equipo de ensueño que marcó, sin duda, la historia del club rojiblanco. Este equipo no es otro que aquel conjunto dirigido por Radomir Antic, que ganó el doblete y que consiguió enamorar jugando a las mil maravillas, en la temporada 95-96.
El que para muchos fue, y sigue siendo, el mejor Atlético de la historia tenía una cantidad de nombres que actualmente aún son recordados por la hinchada colchonera. Simeone, Caminero, Kiko Narváez y Solozábal, entre otros, se convirtieron en símbolos históricos; pero para la afición del Manzanares uno de los más queridos, por no decir el que más, fue Milinko Pantic.
El mediocentro, que llegó esa misma temporada del doblete a la entidad rojiblanca, se adaptó rápidamente al fútbol español, y se convirtió en esa pieza fundamental que todo gran equipo debe de tener, el cerebro.
Pantic dominaba todas las facetas del juego en la sala de máquinas. Era un jugador capaz de llevar la batuta a su antojo, que agilizaba y anestesiaba el juego a su gusto, cuando el partido lo requería, y que además tenía esa capacidad que pocos tienen, qué es la de hacer ver que jugar a fútbol es extremadamente sencillo.
A pesar de ello, cuando se nombra al ‘10’ del Atlético de la 95-96 es imposible no hablar sobre el exquisito golpeo que ‘Sole’ tenía. En esa campaña los rojiblancos anotaron 75 goles, de los cuales 37 de ellos fueron a balón parado y el ejecutor por excelencia siempre era él.
Sin embargo, antes de su llegada nadie tenía confianza en el fichaje por el yugoslavo. Desde luego, el amor incondicional que la entidad colchonera muestra a Milinko está muy bien relacionado con eso. La historia de Pantic, es sin lugar a dudas, uno de los relatos más dulces de una carrera profesional.
Nunca un ‘Plan B’ supo tan bien
El idilio del yugoslavo con el Atlético de Madrid no se podría explicar, aunque parezca antagónico, sin la figura de Robert Prosinečki. En la temporada previa al fichaje de Pantic por el conjunto colchonero, el jugador croata coincidió con Radomir Antic en el Real Oviedo, donde el centrocampista realizó una gran campaña. No solo eso, sino que anteriormente también habían coincidido en el Real Madrid años atrás, así que el técnico no dudó en pedir al presidente del Atlético, Jesús Gil, un jugador en el que tenía plena confianza, para acabar de apuntalar una plantilla realmente sublime.
La situación se torció, ya que Prosinečki acabó recalando en el FC Barcelona, dejando a los rojiblancos con un vacío en la medular.
En ese instante, fue cuando Milinko Pantic entró en escena. En vistas de que necesitaban componentes en la línea de creación, los ojos de Radomir se centraron en su compatriota. El mandamás rojiblanco recibió aquella propuesta a modo de guasa, ya que ‘el 10’ era un futbolista desconocido, con ni más ni menos que 29 años de edad y que militaba en el humilde Panionios de la liga griega, el decimocuarto clasificado ese año. Sin ir más lejos, Gil llegó a decir que Pantic era un “amiguete” de Antic y que por eso lo quería con él, sin entrar a valorar su capacidad futbolística. Es decir, la negativa del presidente colchonero fue rotunda.
Ante la desestimación de la propuesta, Antic sin ánimo de decaer se ofreció a pagar de su bolsillo el traspaso del mediocentro. El técnico, que había coincidido con él en el Partizan, vislumbró todo lo que le podía dar a ese conjunto la llegada de ‘Sole’ y estaba dispuesto a todo para tenerlo en sus filas.
Tras acabar convenciendo al presidente, que acabó dando un voto de confianza a su nuevo entrenador, sólo faltaba convencer al futbolista. A priori, podía parecer que la decisión del jugador estaba clara. Un centrocampista que tan solo había mostrado destellos de su enorme calidad en el Partizan durante un par de temporadas, y que veía como su trayectoria futbolística se esfumaba sin pena ni gloria, debería estar encantado de aceptar la que podía ser su última oportunidad.
A pesar de eso, la elección era evidente para todos, menos para Pantic. El centrocampista, además de recibir la propuesta del Atlético, también percibió suculentas ofertas de los grandes equipos de la liga griega, a la que ya estaba perfectamente aclimatado, y eso le generó grandes dudas entre ser un jugador destacado en Grecia, o sumergirse en su definitiva gran aventura.
Finalmente, tras frecuentes conversaciones con el club y con el técnico, el futbolista dio luz verde a su fichaje por los rojiblancos, que sería tasado en 75 millones de las antiguas pesetas. Lo que hoy en día serían unos 450.000 euros.
Una vez el traspaso ya estaba hecho, todos los medios se hicieron eco de la noticia y juzgaron de descabellada la iniciativa del Atlético. No obstante, las dudas que generó la contratación de Pantic se disiparon con las primeras actuaciones del ‘10’. El mediocentro destapó, para sorpresa de muchos, el tarro de las esencias y encandiló a orillas del Manzanares a toda la hinchada rojiblanca, con esa calidad que atesoraba y que había estado escondida durante muchos años.
Encadenado al corazón rojiblanco
Los caminos de Milinko Pantic y el Atlético de Madrid se separaron tres años después de su fichaje. Tras dos temporadas prácticamente perfectas, el último año del yugoslavo ya dejaba entrever que llegaba su momento de partir, no por falta de calidad, ya que a esas alturas nadie dudaba de la exquisitez del ‘10’, sino por su edad. Milinko rondaba los 32 años y las ganas de seguir jugando, le llevaron a marcharse al Le Havre francés, un equipo de menor estatus que el club rojiblanco, pero donde Pantic podría seguir disfrutando de minutos.
La marcha de ‘Sole’ dejó huella en el corazón de todos los aficionados del Atlético. No solo porque en tan poco tiempo se convirtió en símbolo, que también, sino porque la temporada 99-00, justo después de su marcha, llegó la gran decepción de descender a 2a División.
Aunque parezca imposible, actualmente aún se recuerda a Pantic en cada partido que el Atlético de Madrid juega en casa.
Desde la temporada del doblete, bien es sabido que en el feudo del conjunto rojiblanco, hay un ramo de flores con 12 claveles rojos y 12 claveles blancos situado en el córner. Pues bien, ese ramillete efectivamente está ahí en honor al ‘10’. En un partido contra el Athletic Club una aficionada colchonera, Margarita, tuvo el presentimiento de que su equipo iba a endosar 4 goles al conjunto bilbaíno, así que en el bar donde se encontraba antes del encuentro pidió 4 claveles al encargado. Curiosamente, el equipo de Radomir Antic ganó por 4-1 a ‘Los Leones’, y los dos primeros tantos se gestaron en un córner, cómo no, servido por Pantic. Margarita lanzó un clavel por cada gol que anotó el Atlético, lanzando así todos los que llevaba encima.
Desde aquel día en el Vicente Calderón, esta aficionada inició la tradición, que aún perdura al largo de los años, de depositar cada fin de semana un ramillete a Pantic en esa esquina del campo. De esta forma Milinko consiguió ser recordado hasta la eternidad, por toda la familia colchonera.
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