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El fin del ‘catenaccio’


De la mano de Gullit, Van Basten y Rijkaard el Milan de Arrigo Sacchi cambió el estilo del fútbol en el Calcio/ Futbolretro

La palabra ‘Totonero’ marcó un antes y un después en la historia de uno de los clubes más grandes de Europa. Fue el nombre que se le dio a un caso que implicaba a plantilla y dirigentes del AC Milan en apuestas ilegales. Varios jugadores y el presidente, Felice Colombo, fueron detenidos y expulsados de por vida del mundo del fútbol.

Los ‘rossoneri’ fueron descendidos junto con la Lazio a la Serie B y después de dos temporadas en segunda, en tres años, consiguieron volver a clasificarse para la Copa de la Uefa. El club estaba hundido socialmente y la segunda competición europea sabía a poco para uno de los grandes de Italia.

En 1985, y tras la eliminación de la UEFA a manos del modesto Zulte Waregem belga, el presidente Giuseppe Farina dimitió, dejando al club en ruina económica y deportiva. La institución había tocado fondo.

Los dos máximos dirigentes anteriores habían destrozado el histórico club, convirtiéndolo en un barco a la deriva, los aficionados vivían más pendientes de lo que pasaba en los despachos que en el césped. Hasta la llegada de Silvio Berlusconi como máximo responsable, que le dio un nuevo rumbo a la institución.

Desde el primer día su único objetivo fue devolver al club con los grandes de Europa. Realizó los fichajes nacionales de Galli y Donadoni y puso al mando a Arrigo Sacchi como entrenador, consiguiendo cambiar la mentalidad del equipo.

Pero su afán por mejorar no se quedó ahí. Fichó al que era vigente balón de oro, Ruud Gullit, y a Marco Van Basten como estrella, y más tarde se les uniría Rijkaard. Esta mezcla de holandeses creativos en ataque y rudos italianos en defensa fue la llave del éxito para llegar a lo más alto.

Consiguió devolver al Milan a su sitio natural, haciéndolo campeón de liga y dos veces campeón de Copa de Europa, convirtiéndolo en uno de las escuadras de referencia en el mundo del fútbol para la posteridad y haciendo frente al gran Nápoles de Maradona.

Defender atacando

El sistema de juego que implantaron fue histórico por sus triunfos, pero sobre todo por romper con el famoso ‘catenaccio’ italiano, cambiando la tradición defensiva de la liga, por un fútbol atacante.

Sus inicios no fueron fáciles, en su primer año fueron eliminados por el RCD Espanyol en la Copa de la UEFA, generando fuertes críticas del mundo del futbol. Los más puristas no entendían su estilo.

Una de las variantes claves del estilo era la cobertura ofensiva, las líneas de movimientos tanto de apoyo como de ruptura, permitiendo al equipo avanzar juntos y manejar una circulación equilibrada y variada.

Sacchi daba libertad a sus jugadores, eximiéndolos de posiciones fijas y permitiendo ocupar los espacios libres que dejaban los compañeros. En ocasiones esta poca rigidez táctica generaba que los rivales tuvieran superioridad en determinadas zonas del campo si no ejecutaban los movimientos coordinadamente.

La zona de creación buscaba generar juego por dentro, para acabar finalizando por fuera donde la amplitud y los dos para uno en banda eran una constante, sumándole los buenos movimientos de Van Basten que le daban profundidad y superioridad en los costados.

El Milan rompió completamente con sus equipos predecesores, imponiendo en los partidos un ritmo ofensivo alto. La superioridad numérica en zona de balón permitía una transición rápida y directa, con constantes cambios de orientación para encontrar a los jugadores sin marca.

La extinta figura del líbero y los holandeses

Franco Baresi era el alma de este equipo, la prolongación de Sacchi en el campo, ocupaba la posición de líbero, ya extinta, que le permitía dominar la defensa desde atrás y corregir los errores de la zaga. Maldini, Tassotti y Costacurta eran sus fieles escuderos, una defensa infranqueable comandada por un capitán que entendía a la perfección lo que el entrenador quería ver en el terreno de juego.

La posición de líbero que ocupaba le permitía decidir si el equipo debía adelantar la línea o recular, por eso era tan importante la compenetración, la zaga y seguir las indicaciones que daba el italiano, que gritaba “Milan” cada vez que decidía avanzar la línea.

En la línea atacante con Van Basten, Gullit y más tarde Rijkaard, formaban una combinación perfecta con Donadoni o Ancelotti, sin los tres holandeses no se entiende este Milan y quizás es por eso que el estilo de Sacchi no funcionó en sus equipos posteriores, porque la combinación de este trio los hacía letales.

Gullit ponía la magia y el despliegue físico, el ‘tulipán negro’ poseía una clase excepcional y una facilidad innata para el centro, jugador polivalente por excelencia, organizaba y llegaba, lo que actualmente conocemos como un ‘todocampista’, con un excelente disparo de fuera del área, era la manija de este equipo de leyenda.

El equilibrio corría a cargo de Rijkaard, un jugador completo con mucha visión de juego y con una buena salida de balón que le permitía colocarse incluso de central. Con la potencia por bandera y un físico envidiable, podíamos verle en innumerables ocasiones finalizando las jugadas con su larga zancada.

Los focos siempre puestos en Marco Van Basten, el goleador del equipo y uno de los mejores rematadores de la historia. Sus desmarques y sus ilimitados recursos hacían del punta un arma letal, que perforaba sin piedad las redes contrarias. El fútbol no le recompensó y se tuvo que retirar antes de los 30 años por las continuas lesiones que padecía.

El fuera de juego como arma

En el campo la principal arma en su juego era la presión, una defensa adelantada que dejaba al rival en fuera de juego en innumerables ocasiones, sumado a una presión asfixiante, que dejaba sin salida a los contrarios.

El marcaje en zona era la seña de identidad del equipo, el poseedor del balón tenía muy pocas opciones, retrasar el balón, regatear a una defensa con ayudas constantes o dar el pase a un jugador, que, en innumerables ocasiones, se encontraba en fuera de juego.

Tan bien ejecutaba el Milan esta parte del juego que la Internacional Board tuvo que cambiar la normativa, con la llamada norma ‘antiMilan’, en la que estar en línea con los dos últimos defensores anulaba el ‘offside’.

La línea del fuera de juego adelantada conseguía su objetivo cuando el rival atacaba, llegando a desesperar a los delanteros contrarios. Con una organización escalonada su principal objetivo era cerrar los espacios del centro orientando el juego del otro equipo hacia las bandas.

Una vez allí el atacante no tenía salidas, el equipo se posicionaba para tapar las posibles líneas de pase, la intención no era robar el balón ni anticipar la jugada, sino aprovechar el error del rival, para poder salir hacia una transición ofensiva con el equipo contrario adelantado y buscar su espalda con la velocidad que tenían en medio campo.

Si bien la táctica del fuera de juego era su mejor aliado, la regla de la cesión al portero era su peor enemigo. En aquella época estaba permitido dar el balón al portero y que este lo cogiera con la mano, por lo que en numerosas ocasiones cuando los delanteros apretaban en campo contrario la defensa no dudaba en dar un pase al guardameta para evitar el error.

Con el paso del tiempo Sacchi fue combatiendo este problema, retrasando su línea de presión y transmitiendo al equipo rival una falsa sensación de dominio, para que una vez superado el medio campo los ‘rossoneros’ aplicaran su presión asfixiante.

Años de gloria que finalizaron cuando el apoyo de sus jugadores desapareció. El entrenador dedicaba infinidad de tiempo a mejorar y analizar su modelo de juego, y tanto es así que varios jugadores acabaron saturados de las indicaciones del míster, su perfeccionismo y obsesión. La unidad y las ganas de hacer historia se desvanecieron y eso se reflejó en el campo.

Tras él y con la llegada de Fabio Capello, el equipo cambió por completo y ya solo se dedicaba a esperar atrás sin ningún ansia de recuperar el balón, las transiciones fulgurantes cada vez más se fueron convirtiendo el balones largos y desplazamientos sin sentido que acabaron enterrando la herencia de Arrigo Sacchi en el Milan.

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Once Metros, 2020.

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