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El penúltimo príncipe de Alemania


Los jugadores del Stuttgart levantaron el título con todas las de la ley

Cuenta la leyenda que hubo un príncipe que, en este siglo y durante un año, dominó el fútbol alemán por encima de sus reyes. Ni Bayern ni Dortmund pudieron hacer nada. Fue un fenómeno efervescente. Duró apenas una temporada. Pero qué fenómeno. El Stuttgart de Armin Veh, señores. Ese Stuttgart fue el penúltimo príncipe de Alemania. Luego llegó el Wolfsburgo de Dzeko, Grafite, Diego Ribas y compañía. Pero este dejó huella. Porque dio la sorpresa más grande en la historia reciente del fútbol alemán después del título conquistado por el recién ascendido Kaiserlautern en 1999. Algo parecido a lo que sucedió con el Leicester de Ranieri, viniendo a reivindicar la figura de David contra Goliat.


El Stuttgart de la 06-07 se impuso contra todo pronóstico a los gigantes del fútbol alemán. El conjunto de Armin Veh, forjado para no pasar penurias, escaló y escaló tan alto que ya nadie le hizo caer de su pedestal. Ni Schalke ni Werder Bremen ni, por supuesto, Bayern. El cuadro bávaro, de hecho, vio como la revelación de la temporada le pasaba por encima en el tramo final de la temporada, donde el Stuttgart encadenó ocho victorias consecutivas. La desesperación, el enfado y la rabia de Oliver Kahn fue la imagen de la derrota del grande contra el pequeño, que jamás soñó con el título hasta que lo levantó. De hecho, Armin Veh, un tipo tranquilo, reservado y miedoso en sus declaraciones, no dejó de repetir durante varias jornadas que a su equipo no se le había perdido nada allí arriba. Normal. Lo habría dicho cualquiera.


El Stuttgart tampoco es que empezara especialmente bien aquella temporada. Dos victorias, un empate y dos derrotas fue el inicio de una campaña que debería haber colocado al equipo en una más que tranquila mitad de la tabla. Por presupuesto era el lugar que debería haber ocupado. Pero con el paso de las jornadas las victorias se sucedieron y una vez estás ahí por qué no intentarlo. Le tocó competir con Schalke, en el que militaban por aquel entonces nombres como Özil, Kuranyi, Hamit Altintop, Neuer o Höwedes. También se unió a la puja el Werder Bremen de Klose, Mertesacker, Hugo Almeida y compañía. Qué tiempos aquellos del Werder Bremen también… Y luego estaba el Bayern de Kahn, Makaay, Schweinsteiger, Lahm, Hargreaves o Lúcio. Un auténtico equipazo plagado de estrellas que finalmente terminó cayendo ante el equipo más joven de todo el campeonato. La soberbia bávara costó demasiado cara. Y es que muchos (los estamentos del Bayern, entre otros) creían que el Stuttgart podía luchar hasta el final pero solo por la tercera plaza. Uli Hoeness y Ottmar Hitzfled, directivo y entrenador, llegaron a afirmar que la caza al Stuttgart era una cuestión de tiempo. Visionarios.


  • Talento joven a raudales


Con los fichajes de Osorio y Pardo de México, que le dieron un salto de calidad al equipo, el cuadro de Armin Veh armó un equipo de juego directo pero que tenía en el centro del campo nombres como un jovencísimo Sami Khedira o Hitzlsperger, un jugón con una zurda exquisita. En la portería estaba un notable Hildebrand, que más tarde lo veríamos por el Valencia. La defensa la lideraba un joven central llamado Tasci, con Osorio en el lateral diestro, Delpierre en el otro central y con Magnin y Boka disputándose el lateral zurdo. Veh apostó en un principio por un 4-4-2 pero con la lesión de Mario Gómez en el tramo final de la temporada optó por el 4-3-3. Khedira, Hitzlsperger y Pardo fueron titularísimos para el técnico, con Hilbert jugando muchos minutos tanto de interior diestro en ese 4-4-2 como de extremo diestro en el 4-3-3. Y arriba no había muchas dudas. Si estaban al 100%, con la dupla Mario Gomez-Cacau se podía ir tranquilo a la guerra. Entre ambos anotaron 27 tantos, una suma importante en una época donde Messi y Cristiano seguían siendo ‘humanos’.


Con este once tipo más algún jugador revulsivo como Streller en la punta de ataque, el Stuttgart relegó a todo un Bayern a los puestos UEFA y le birló el título a un club que llevaba seis de las últimas ocho Bundesligas. Armin Veh aguantó las embestidas, incluso las que le llegaban de su propio club cuando el presidente afirmó en público que no era más que un entrenador de transición. Pues menuda transición, ¿verdad?


Con un equipo trabajador, que sabía a lo que jugaba y aprovechando el olfato goleador de los de arriba. ¿No les suena? El Leicester repitió la hazaña años más tarde y la multiplicó por siete. Tras aquella gloriosa temporada, el Stuttgart logró retener a sus grandes estrellas y terminó la temporada en sexta posición. En la siguiente campaña, en la 08-09 el equipo volvió a los puestos Champions y terminó en la tercera plaza, a cinco puntos del campeón Wolfsburgo. Y a partir de ahí, con la fuga de sus jugadores más importantes en los años venideros, el club inició una caída en picado que lo llevó a bajar dos veces a la Bundesliga II. Ahora, tercero en la segunda alemana, lucha por regresar a la élite, de donde nunca debió salir.

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Once Metros, 2020.

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