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Entre todos lo mataron y él solo se murió


El equipo cayó derrotado en el Camp Nou y certificó el descenso.

El Espanyol ha tocado fondo. Tras años vagando por Primera División sin un rumbo claro, la falta de ambición y la autodestrucción interna han matado a un club que no pisaba la segunda categoría del fútbol español desde hace 27 años. Pese al descenso, sigue siendo el quinto club histórico en la categoría, por detrás los tres equipos que nunca han descendido y el Valencia, que se encuentra junto al RCD Espanyol con 5 descensos a sus espaldas.

El viaje llegó a su fin. Tras una temporada entera arrastrando el escudo por los diferentes estadios del campeonato, el descenso es una realidad. Sus aficionados han tenido la “suerte” de no poder ver a su equipo, ya que lo peor de la temporada ha sido a puerta cerrada. El socio perico no ha podido “disfrutar” del juego de su equipo, que se ha empeñado toda la temporada en batir récords negativos.

La única alegría del año fue la participación europea, pero Abelardo se encargó de dinamitarla en el Molineux Stadium de Wolverhampton con una alineación plagada de suplentes, como si del trofeo Costa Brava se tratara. La Copa del Rey también se tiró por la borda. En un formato favorable para los clubes pequeños, el equipo no compitió y tuvo la suerte de enfrentarse a rivales de categorías inferiores como el Lleida o el San Sebastián de los Reyes para poder avanzar de fase.

Un año que no podía acabar peor, con el descenso en casa del eterno rival, para jolgorio de muchos y empatía de unos pocos. La noticia positiva fue que, al ser el partido a puerta cerrada, los jugadores no tuvieron que pasar la vergüenza de descender ante un Camp Nou lleno. Pero no son ellos los únicos culpables. Además de la plantilla, los factores del descenso tienen muchos nombres.

  • La pérdida de identidad

El traslado a Cornellá no tuvo el éxito deseado y los números de socios han ido bajando exponencialmente. Si bien los primeros años el público respondió, la ilusión se fue perdiendo tras ver a una plantilla que año tras año perdía a sus ídolos por la falta de recursos económicos. Una renovación casi completa cada temporada de los jugadores que pasaban por el club, convirtiéndose en pura mercancía y donde el jugador más veterano apenas había estado tres años en la primera plantilla.

El mal hacer de los dirigentes con jugadores de la casa como Tamudo, Pau López, Kameni o Gerard Moreno, que fueron ninguneados hasta el último día en el club, incluso apartados, indignó a muchos socios. La afición no podía encariñarse con ninguna figura del equipo, ya que siempre acababan traspasados o no renovados, por la falta de recursos económicos del club.

La entrada de Chen Yansheng empezó a cambiar esa dinámica y hay que reconocer que salvó al club económicamente. Las ventas se convirtieron en compras, y se frenó la salida de los canteranos, o los que abandonaron el club lo hacían por cantidades importantes, como el caso de Aarón Martín. Además, se apostó por la vuelta de jugadores de la casa como David López o Didac Vilà que dotaron de la identidad perdida al proyecto del mandatario chino.

  • Una plantilla limitada

La situación en el Espanyol es ideal para el crecimiento de los jugadores: buenos sueldos buena ciudad y poca presión. Cualquier jugador blanquiazul en Barcelona disfruta de una vida con los lujos de un futbolista y sin las incomodidades de ser conocido, pueden hacer vida normal con sus parejas en una de las mejores ciudades para vivir.

Por eso cuando abandonan el club no acaban de triunfar y se ve cortada la progresión que se les presupone, como ha ocurrido con Álvaro Vázquez, Javi Márquez, Víctor Ruiz o Didac Vilà, que son buena muestra de ello. Algunos incluso habituales en las categorías inferiores de la Selección y siempre en la agenda de grandes clubes, pero cuando salieron de Barcelona no despuntaron y acabaron realizando una discreta carrera futbolística.

La aparición de jugadores como Borja Iglesias y Mario Hermoso tapó las carencias de jugadores técnicamente justos la temporada pasada. Pero si sumas la poca experiencia de los jóvenes con calidad, con el bajón de rendimiento de aquellos que tenían que ser los que dirigieran este proyecto, tenemos las claves del mal rendimiento en el campo de este año.

Las llegadas en invierno de Embarba, De Tomás y Cabrera fueron demasiado tardías y enseguida se contagiaron de la mala dinámica del club. Y las que se hicieron en verano como Calero, Calleri o Chuky Ferreyra han protagonizado una temporada nefasta.

  • Fractura social dentro y fuera del club

En el Espanyol existen dos grupos de animación completamente divididos. Eso, sumado a la diferencia de trato entre ambas, con el metacrilato que envuelve la grada de animación (único en la Liga española), y la entrada por huella al estadio como si de presos se tratara, se convierten en trabas constantes que hacen a más de uno plantearse su inscripción como socio.

La politización de la sociedad y del fútbol ha dejado al Espanyol como herramienta de unos pocos, que lo utilizan para ganar algunos votos en las urnas. Fuera de Cataluña ha sido maltratado por ser vistos como “catalanes” y dentro de ella ninguneado por la prensa y las instituciones que etiquetan al club y lo estigmatizan.

En Barcelona, el Espanyol es el enemigo en casa, algo difícil de ver en cualquier gran liga europea. Las instituciones pagadas con dinero público se encargan poner palos en las ruedas en unas actividades económicas y sociales que al fin y al cabo repercuten directamente en la ciudad. La prensa no se queda atrás, tras años en los que podíamos ver portadas del Espanyol en los principales diarios deportivos, ahora desde estos mismos ámbitos se fomenta el odio hacia lo blanquiazul, y sus noticias son publicadas como si se tratara de un club de petanca de barrio.

  • El caballo de Troya de la directiva

Chen Yansheng tomó el proyecto como si de una empresa se tratara, y al igual Peter Lim con el Valencia, el mandatario chino dejó al mando a gestores del club y quiso dirigir desde el club desde Asia. Algo imposible para alguien que tenía conocimientos limitados de la cultura española y de la Liga en general.

¿Se imaginan a alguien del Real Madrid gestionando al FC Barcelona, o alguien del Betis gestionando el Sevilla FC? El RCD Espanyol tiene el dudoso honor de ser dirigido año tras año por reconocidos aficionados y exsocios culés, como Alfons Rousaud, que llegó a ser vicepresidente del club, o Roger Guasch como responsable del área de negocio y como director general corporativo encargándose de dinamitar el área social perica. Como colofón al pastel, la apuesta por Abelardo terminó de colmar la paciencia del socio, que veía al enemigo en casa.

Además, por si fuera poco, la gente que se presupone ‘perica’ de la directiva, ni está ni se le espera. Tamudo o Capdevila tienen funciones en el club que nadie sabe, pero que, no obstante, están muy bien pagadas. Este año han vivido en la autocomplacencia sin salir públicamente a dar la cara en ningún momento.

Para finalizar cabe incidir también en las continuas meteduras de pata de García Pont y Rufete, los auténticos mandamases del club, con una planificación de temporada y plantilla bastante deficiente, sin invertir realmente en los recambios de los que se marcharon. Así tambié, han permitido a Tebas manejar los horarios a su antojo con la excusa de y poder atraer más audiencia de China.

En definitiva, no cabe duda que la unión de todos estos factores ha mandado al RCD Espanyol a Segunda División. En ella será el club con más presupuesto, ya que recibirá en torno a 30 millones por todos los años que ha acumulado en Primera. De esta manera, los aficionados blanquiazules esperan que el infierno tan solo dure un año.

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Once Metros, 2020.

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