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La redención de Rinus Michels en la Eurocopa del 88


Rinus Michels y Marco Van Basten, los dos grandes “culpables” del triunfo en la Euro 88

Rinus Michels es considerado por muchos como el mejor entrenador de la historia. Sin duda, el propulsor del fútbol moderno, quien cambió la historia del fútbol para siempre y plantó la semilla de un estilo de juego que luego sería mejorado por Johan Cruyff y optimizado por Pep Guardiola. Todos de la misma escuela. El Ajax y la selección neerlandesa de primera mitad de los años 70 son obra de un artista de los banquillos como era Michels.


A pesar de que el técnico solo estuvo en la primera Copa de Europa de las tres consecutivas que ganó el conjunto de Ámsterdam en 1971, 1972 y 1973, él fue quien plantó las bases y llevó al equipo a la excelencia futbolística. Con la selección holandesa incluso lo mejoró en el Mundial de Alemania Occidental en 1974. La ‘Naranja Mecánica’ elevó la palabra fútbol a su máxima expresión y arrasó a todos los rivales, ya no solo en el resultado sino principalmente con un dominio abrumador del juego.


Sin embargo, la Alemania Occidental de Franz Beckenbauer, Gerd ‘Torpedo’ Müller y Paul Breitner, entre otros, evitó que Rinus Michels completara su gran obra maestra con la consecución del Mundial. El técnico se quedaría con esa espina clavada de no haber podido lograr el primer título para la selección neerlandesa. Pero catorce años después, llegó la oportunidad para redimirse.

Y lo consiguió. Países Bajos ganó la Eurocopa de 1988, curiosamente también celebrada en Alemania Occidental. Ya no era ese equipo dominador del fútbol total que vencía a sus rivales con un fútbol vistoso y desplegando un juego infinitamente superior. Esa selección fue un equipo mucho más ordenado, más vertical, y con menos control del juego. No obstante, los futbolistas de primer nivel que formaban la columna vertebral del once titular de Michels fueron decisivos para conquistar la cima continental. Ronald Koeman y Frank Rijkaard de centrales, Ruud Gullit de mediapunta/enganche/centrocampista total, y el auténtico crack de esa selección, Marco Van Basten, como delantero centro.


  • Camino a la final


El inicio de la Eurocopa para Países Bajos fue desastroso. El combinado neerlandés se enfrentó a la Unión Soviética, dirigida por el legendario Valeri Lobanovski, quien había ganado la Recopa de Europa dos años antes con el Dinamo de Kyev. El conjunto soviético, en el que fue su último torneo internacional al que acudió como nación unida, sorprendió a los de Rinus Michels y venció por 0-1 con el solitario tanto de Rats, el lateral izquierdo.


El segundo partido de la fase de grupos fue contra Inglaterra, que había perdido frente a Irlanda en el primero. Pese al dominio inicial de los ingleses, Países Bajos demostró, algo que fue tónica habitual durante todo el campeonato, que sabía competir por encima del buen juego que pudiera desplegar. Porque la Holanda de la Eurocopa del 88 estaba lejos de la excelencia futbolística de la ‘Naranja Mecánica’. Rinus Michels adaptó el estilo y priorizó el orden táctico tanto en ataque como en defensa. Esa selección no intercambiaba las posiciones continuamente en ataque ni adelantaba la línea defensiva para dejar en fuera de juego al rival, dos de las características principales del combinado del 74.


Marco Van Basten, que había sido suplente en el partido anterior, se erigió como héroe de su país al anotar un hattrick a la Inglaterra de Bobby Robson, que terminaría el campeonato como última de grupo sin ninguna victoria. Países Bajos venció por 3-1 al conjunto británico y se jugó el pase a las semifinales en el último encuentro de la fase de grupos frente a Irlanda.

El combinado ‘oranje’ no podía con una Irlanda que ya había vencido a Inglaterra y empatado contra los líderes de grupo, la URSS. A Países Bajos solo le valía la victoria, pero el encuentro estuvo muy igualado y se podía decantar para cualquiera de los costados. Sin embargo, cuando parecía que la Eurocopa se alejaba para los neerlandeses, un gol de Kieft en el minuto 82 tras desviar con la cabeza un mal remate de Koeman desde fuera del área permitió pasar a semifinales a los de Rinus Michels.


  • Lejos del fútbol del 74, pero con jugadores de talla mundial


La fase de grupos fue un fiel reflejo de la realidad de aquella selección. Sin desplegar un fútbol que enamore a los aficionados, el equipo sí que trataba de dominar los partidos mediante un control de la pelota más vertical que horizontal. La igualdad de todos los encuentros obligó a decantar los resultados por la calidad individual de la plantilla. De aquel combinado destacaban principalmente dos futbolistas: Marco Van Basten y Ruud Gullit.


‘El cisne de Utrecht’, que logró el Balón de Oro en 1988, 1989, y 1992, era una auténtica delicia para el fútbol. Lo tenía todo para ser delantero centro. Principalmente, gol, mucho gol, cualidad indispensable para ser un buen ‘9’. Además, con su altura era capaz de mantener el balón de espaldas a portería, y no solo descargaba a la perfección de cara o a los costados, sino que él solo era capaz de girarse y encarar portería con un simple control. Algo muy parecido a lo que se vería posteriormente a Ronaldo Nazario, aunque el brasileño destacaba más por su potencia en la arrancada. Además, Van Basten dio un recital durante toda la Eurocopa de cómo bajar a recibir y ayudar a la circulación del juego. Un delantero total, que fue el principal responsable del título de su selección.

Acompañado principalmente por Ruud Gullit, el capitán del equipo y flamante Balón de Oro en 1987. El centrocampista tenía libertad total de movimientos en ataque. Partiendo siempre desde posiciones cercanas a Van Basten, tanto se le podía ver bajar a recibir a los pies de los centrales para dar mejor circulación de balón, como caer a bandas para recibir encarado ya hacia portería contraria.


Ruud Gullit y Marco Van Basten eran las dos grandes estrellas de ese equipo / Sven Simon

La versatilidad de juego de esa selección permitía que, en partidos en los que no se sentían cómodos en el dominio de la pelota, eran recurrentes los balones largos de Koeman hacia Gullit o Van Basten. Ambos, unos expertos tanto en juego aéreo como en bajar y mantener la posesión de la pelota. Precisamente el central era otra de las piezas fundamentales de los esquemas de Michels. El pequeño de los Koeman (su hermano fue también titular durante esa Eurocopa), desde su posición en el eje de la zaga, era el iniciador de todas las jugadas. Igual que haría luego en el Barça del ‘Dream Team’ con Johan Cruyff, cuando su equipo tenía la posesión de balón se incursaba hasta la línea de mediocentros y actuaba como un centrocampista más. Frank Rijkaard, su compañero en la defensa, tenía un estilo parecido, aunque en esa Holanda era él el que guardaba más las espaldas.


  • Y llegó la hora de la verdad


En el partido de semifinales frente a los anfitriones del torneo se observa a la perfección cómo alternaban los dos estilos dependiendo del momento. En un partido vibrante en el que los goles llegaron todos en la segunda mitad, supieron reponerse al 1-0 de penalti lanzado por Matthäus. Remontaron con goles de Koeman, tras un penalti muy discutido sobre Van Basten, y con un remate desde dentro del área del propio delantero del Milan tras un prodigioso desmarque en escasos metros que le permitió ganar el espacio para lanzarse al suelo y anotar el 1-2 en el minuto 90. Estaban en la final, y esperaba la URSS.


Esa Unión Soviética contra quien habían perdido el primer partido de la Eurocopa. Pero esta vez estaba Van Basten. El equipo de Lobanovski arrancó con fuerza y dominó los primeros compases, pero el guardameta Van Breukelen consiguió sostener los ataques soviéticos. Con el paso de los minutos, la selección de Rinus Michels tomó el mando, y la insistencia de la ‘Oranje’ tuvo su premio con el gol de Gullit a los 30 minutos.


El partido transcurría sin grandes ocasiones y con el control por parte de Países Bajos. Y así se llegaría al minuto 54, cuando Marco Van Basten anotó uno de los mejores goles de la historia, y sin duda uno de los más recordados. Marcó EL GOL. El delantero neerlandés remató con una volea prodigiosa un centro muy bombeado de Mühren al segundo palo y batió al guardameta soviético sin prácticamente ángulo. Un gol que quedará para siempre en las retinas de los aficionados al fútbol y que debería ponerse en todas las escuelas de delanteros para que se observara la plasticidad con la que ‘El cisne de Utrecht’ remató ese balón.


Y con ese resultado se llegó al final del encuentro. Por fin Países Bajos había logrado su primer título tras las derrotas en las finales de los Mundiales del 74 y el 78. La redención de Rinus Michels, y la consagración definitiva como uno de los mejores técnicos de la historia. Aquella selección del 88 supo encajar a la perfección el fútbol de sus grandes estrellas con el trabajo de los actores secundarios. Pero sin duda, ese campeonato sirvió para alzar definitivamente al Olimpo de los delanteros a Marco Van Basten, uno de los mejores ‘9’ que ha pisado el césped de un estadio de fútbol.

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