Quizá, esa burla – y no se malinterprete – del Salah fallón se resume en su etapa en Roma. Muchos recordaremos ese partido de ida de octavos de Champions en el Olímpico de Roma. El Real Madrid se impuso 0-2, pero Salah gozó de 3 o 4 mano a mano, tras romper por velocidad a la defensa blanca, que desaprovechó. Y no por grandes paradas de Keylor Navas, sino por errores de puntería del egipcio.
Sin embargo, Salah logró encarrilar la temporada 15/16 y la 16/17 con buenas cifras goleadores. En 83 partidos jugados marcó 44 goles y repartió 33 asistencias. Salah generaba casi un gol por partido. Unas temporadas que le llevaron a fichar por el Liverpool. Pero, pese a sus buenas cifras, Salah seguía fallando ocasiones claras que generaban dudas por Anfield. El egipcio corría, corría, corría…pero no acababa las jugadas.
En su primera temporada con los reds, el egipcio envió el balón a las mallas en 44 ocasiones. Además, dio 15 pases de gol. Casi 60 goles generados en 55 partidos. Llevó a Klopp a la final de la Champions, en la que Sergio Ramos le lesionó a los pocos minutos del inicio. El técnico alemán es el teniente Dan, el que gestiona al grupo con firmeza y sabe como exprimir al máximo las cualidades tanto de su tridente como del resto del conjunto red. Aunque cuando las cosas salen bien, siempre saca su lado más sensible.
Su compañero de viajes, Mané. ¿No es el bueno de Bubba? Aquel que lo sabía todo sobre las gambas. El senegalés es el mejor amigo de Salah sobre el césped, se intercambian posiciones, no se estorban, son los primeros en juntarse para celebrar los goles…Sin embargo, Salah a veces también mira a aquella persona sin la cual no podría vivir y que cuando se va la echa mucho en falta: Roberto Firmino. Jenny Curran, la novia de Forrest, que le da su preciado hijo (la Champions), pero que con el paso del tiempo todo se acaba. Salah espera que esto no pase y sabe que debe aprovechar cada uno de los partidos de su relación.
Corre Salah, corre. Marca Salah, marca. Gana Salah, gana.