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Luis Enrique, un 21 todoterreno


Luis Enrique se ganó a la afición blaugrana y se convirtió rápido en un ídolo/ BeSoccer

Luis Enrique es de esas personas especiales que no deja indiferente a nadie. Lo amas o lo odias no hay punto intermedio, pero siempre lo querrías tener en tu equipo.


Al Luis Enrique entrenador lo conocemos todos, pero… ¿y al Luis Enrique futbolista?


Los más jóvenes no sabrán… que se formó en el Sporting de Gijón y que tras marcar 14 goles en Primera División con el club asturiano, los dos transatlánticos del futbol español picaron a su puerta. El Real Madrid presidido por Mendoza se llevó el gato al agua previo pago de los 250 millones de pesetas (1,5M de euros) que tenía de cláusula. Con 21 años llegaba al Santiago Bernabéu un proyecto de futuro, un jugador destinado a marcar época, a ser el estandarte del club. Nada salió como estaba previsto.


Los más jóvenes no sabrán… que sus números en Chamartín fueron muy discretos, lejos de lo que se esperaba. Viviendo a la sombra del Dream Team ni Radomir Antic, ni Leo Beenhakker ni Benito Floro supieron encontrarle un sitio en el equipo a ese chaval que hacía las cosas sencillas, que tenía mucha facilidad para encontrar espacios y al que le gustaba caer a banda para acabar sorprendiendo por el centro. Su mejor temporada en la casa blanca la vivió en la 94-95, con Jorge Valdano en el banquillo. Ese año estuvo marcado por la manita que le devolvió el club blanco a su eterno rival y en la que ‘Lucho’ participó marcando el cuarto gol. Pero fue un espejismo. Al año siguiente, otra mala temporada del equipo blanco y su desencuentro con Valdano lo desencadenaría todo. Cuestionado y pitado por la grada del Bernabéu, decide no renovar. 5 años en los que disputó más de 200 partidos y marcó 16 goles, su etapa blanca tocaba a su fin.


El Barça, atento, reactivó su interés por él y el 28 de mayo de 1996, solo tres días después de su último partido con el Madrid, fichó por el Barça.

  • Puente aéreo Madrid – Barcelona

Luis Enrique se sumaba así a esa lista de privilegiados que han defendido la camiseta de los dos clubes más grandes del fútbol español.


Los más jóvenes no sabrán… que el cambio de aires le vino que ni pintado. Llegó al Barça de Bobby Robson y ‘El Fenómeno’ Ronaldo, y cayó de pie. En su primer partido de liga, jugando de lateral, metió dos goles de cabeza en el Carlos Tartiere. Imagínate, un jugador formado en Mareo debutando de esa forma en el campo del eterno rival. 90 minutos bastaron para que Luis Enrique se convirtiera en un referente, ese ídolo que reniega de su pasado madridista y que conecta con la grada a base de esfuerzo y entrega. ¿Quién no quiere a alguien así en su equipo?

De blaugrana mejoró sus cifras. En sus primeras dos temporadas mete 20 y 26 goles respectivamente, especialmente recordado es el gol que le marca a Cañizares en el Bernabéu en el 97. Desde fuera del área y salvando la entrada de Roberto Carlos saca un latigazo imparable y deja una celebración que le convertiría en el enemigo público número 1 del madridismo.


Los más jóvenes no sabrán…que con la llegada de Gaspart y la marcha de Figo, el club entra en depresión y va acumulando decepciones. Durante esta travesía por el desierto Luis Enrique se echa el equipo a la espalda. Louis Van Gaal lo nombra capitán junto a Cocu y Puyol, y ejerce de veterano dentro y fuera del campo siendo el jugador que mejor conecta con la grada. Pero el equipo no funciona, no tiene alma.


Todo cambia con la llegada de Laporta y Rijkaard. En la que sería su última temporada coincide con Ronaldinho, Márquez, Xavi, Iniesta…pilares del Barça ganador que se estaba gestando, una transición necesaria. Había que dar un paso al lado y ‘Lucho’ lo hizo. Se despediría del Camp Nou el 16 de mayo de 2004 contra el Racing de Santander y dejaría a sus espaldas 8 temporadas de azulgrana con 301 partidos y 109 goles marcados.


Los más jóvenes no sabrán…que también fue un pilar fundamental en la selección española. Disputó 61 partidos de los cuales 54 lo hizo de titular, un fijo en el once, vaya. Marcó 12 goles y contó con la confianza del gran Luis Suárez, que le hizo debutar, y también de Clemente y Camacho hasta que en el Mundial de Corea y Japón del 2002, y tras la escandalosa eliminación a manos de la anfitriona, decidió dejar la selección.

El ojito derecho de Robson

Lucho’ fue un deportista de entrega, de lucha, de garra, de dar siempre el 100%, alejado de los focos de las estrellas mediáticas y enemigo de los regates innecesarios. Él hacía lo que sabía hacer y lo que sabía hacer lo hacía bien. Sin excesos ni complicaciones. Un jugador de equipo, de esos que reman cuando la cosa va mal y siguen trabajando cuando la cosa va bien.


Su polivalencia le abrió muchas puertas, tanto en el Madrid como en el Barça se movió a lo largo y ancho del terreno de juego sin quejarse. Cuenta Mourinho, con el que coincidió en el Barça siendo ayudante de Robson y de Van Gaal, que tanto él como Bobby le tenían un cariño y admiración especial por ser una persona fantástica. “Hablaba poco y trabajaba mucho y siempre estaba al servicio del vestuario”. Con Robson, ‘Luis Enriquis’ como él lo llamaba “era nuestro lateral derecho, lateral izquierdo, extremo derecho, extremo izquierdo, delantero centro, número 10 y si hubiera hecho falta hubiera sido hasta el portero”.


Lo jóvenes no lo sabrán pero Luis Enrique era el futbolista que todo el mundo quería en su equipo.

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