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Una despedida que sigue doliendo


El Barça de Pep Guardiola tocó el cielo durante cuatro años / AFP

El 27 de abril puede parecer un día cualquiera. Este año, un planeta entero se encuentra conmovido por una crisis sanitaria sin precedentes, que ha dejado más tres millones de infectados, 230.000 muertos y ha golpeado a los cinco continentes. Con muchos de estos países confinados, el deporte se ha convertido en una utopía. Francia ya ha anunciado el fin de la temporada futbolística y aunque España todavía no se ha pronunciado, todo puede pasar.


Pero esta misma fecha tiene un componente simbólico, casi eterno, para el FC Barcelona. Este 2020, los componentes de la primera plantilla han visto cómo sus vidas han cambiado por completo. Y aunque las circunstancias no se pueden comparar, ni mucho menos, hace 8 años, el 27 de abril de 2012, algo sucedió y también parecía que nada volvería a ser lo mismo. Y así fue. Hace 8 años, Pep Guardiola anunció que dejaría de entrenar al FC Barcelona.


Los rumores que el entonces técnico del primer equipo del Barça podría abandonar el barco a finales de temporada eran cada vez más fuertes. Después de cuatro campañas, el de Santpedor lo había ganado absolutamente todo con el FC Barcelona, y todavía podía agrandar su leyenda sumando un último título azulgrana: la Copa del Rey, justamente la primera copa que levantó como entrenador cuatro temporadas atrás.


  • Un fin de ciclo de ensueño

La sala de prensa del Camp Nou estaba llena para escuchar cuál sería el futuro de Pep Guardiola, y por ende el del Barça. El entonces presidente azulgrana, Sandro Rosell, el secretario técnico, Andoni Zubizarreta, y el propio Guardiola fueron los tres protagonistas de esa rueda de prensa. Y aunque quien centró todas las miradas fue el excanterano, Rosell se encargo de dar la noticia.

Los motivos que explicó Guardiola siguen clavados en cada aficionado del FC Barcelona que disfrutó durante cuatro años de ese equipo, de ese Barça. Después de casi dos años en blanco, el Barça había ganado 13 títulos de 18 posibles, seis en solo siete meses, y con una final de copa en el horizonte. El cansancio, la presión… que nada era como al principio, justificó Guardiola. Como si de una relación se tratase, entrenador y club separaron sus caminos.


Ocho días más tarde, el 5 de mayo de 2012, Pep Guardiola dirigió su último encuentro como entrenador del Barça en el Camp Nou. Fue un derbi contra el RCD Espanyol, y un Barça que ya había perdido la Liga ganó por 4-0. Los cuatro goles fueron de Messi, ese jugador que con Guardiola llevó el 10 a la espalda, descubrió la posición de falso 9 y se convirtió en el mejor del mundo. Y ese mismo futbolista que, al marcar su cuarto tanto, se dirigió al banquillo azulgrana para fundirse en un abrazo con el técnico. Segundos más tarde, todo el equipo se unió a ese abrazo que mezcló infinitos sentimientos: alegría, tristeza, nostalgia. Y mucha gratitud.


Pero quedaba una celebración más. 20 días más tarde, el Barça disputó la final de la Copa del Rey contra el Athletic de Bilbao y la era Guardiola terminó por todo lo alto. Una incontestable victoria por 0-3, con un doblete de Pedro Rodríguez y otro tanto de Messi, ambos canteranos, como Guardiola, pusieron la guinda al pastel a una etapa inolvidable. Como esa mítica sardana que ya se había convertido en rutina para el mejor equipo de la historia. Porque el Barça de Guardiola no solo ganó, sino que enamoró.


  • 16 títulos en los 8 años siguientes: ¿No son suficientes?


Esos cuatro años todavía siguen pesando mucho. Antes de la llegada del actual entrenador del Manchester City, el FC Barcelona había ganado cinco títulos en las cinco temporadas de Frank Rijkaard dirigiendo al conjunto azulgrana. Ocho temporadas después, Tito Vilanova, Tata Martino, Luis Enrique, Ernesto Valverde y Quique Setién han pasado por el banquillo azulgrana. Aunque con circunstancias muy difíciles y diversas, cinco entrenadores en 8 años.


El número de trofeos conseguidos por el Barça entre 2012 y 2020 tampoco se puede considerar un fracaso, ni mucho menos: 16, dos por temporada. Pero este es otro mérito del Barça de Guardiola: que para un equipo que, históricamente, había pasado varias temporadas sin conseguir levantar un título, cerrar cada año con más de una copa no sea suficiente.


Hay dos entrenadores que, sin quererlo, han pagado los platos rotos de los años gloriosos del Barça de Guardiola: Tata Martino y Ernesto Valverde. El primero, porque solo levantó la Supercopa de España en su única etapa entrenando al Barça y aunque perdió la final de Copa en la prórroga contra el Real Madrid y un gol mal anulado no le dio el campeonato de Liga, en su rueda de prensa de despedida lo reconoció: “antes de que llegáramos aquí el equipo ganaba. Con nosotros dejó de hacerlo”. Otra consecuencia de la sombra de Guardiola.

Por su parte, el equipo que más se pareció, no por la forma pero sí por ejecución y fiabilidad, al que construyó el técnico catalán fue el Barça de Luis Enrique. Con el asturiano, los azulgranas levantaron nueve copas en tres años, entre ellas dos Ligas, tres Copas y una Champions, pero el aficionado culé se seguía quedando con Guardiola.


  • Ernesto Valverde: la principal víctima


Y, finalmente, el turno de Valverde. En sus dos temporadas y media, el extremeño consiguió dos Ligas, una Supercopa de España y una Copa del Rey. Con el ‘Txingurri’, el Barça levantó dos Ligas en dos años, en su primera campaña el Barça perdió su primer partido liguero en la jornada 37 y el año pasado llegó a la final de la Copa del Rey y a las semifinales de la Champions League. Pero en la etapa de Valverde importó más el cómo que el qué. Y aunque ganó casi el mismo número de trofeos en dos años que Rijkaard en cinco, se convirtió en el primer entrenador del Barça en ser despedido en 17 años, después de Van Gaal en 2003.


Los desastres europeos pesaron mucho en la destitución del ‘Txingurri’, exjugador del Barça y exentrenador del Espanyol, entre otros, que llegó al Camp Nou como uno de los técnicos más respetados en España, pero también fue algo que sucedió con Tito Vilanova, con un 4-0 en Múnich y 0-3 en la vuelta en el Camp Nou, y Luis Enrique, con un 4-0 en París y un 3-0 en Turín. Con Guardiola, dos Champions y otras dos semifinales donde el Barça estuvo a solo un gol de pasar a la final. En los ocho años posteriores, un título y otras dos semifinales.


En paralelo, Pep Guardiola ha seguido cosechando éxitos fuera del Barça, pero no de la misma magnitud. Tanto en Múnich como en Manchester lo ha ganado casi todo, pero su figura sigue pesando más por lo que fue que por lo que es. Además, se le sigue resistiendo un título: la Champions, copa que no levanta desde 2011, con 40 años y después de una exhibición del Barça contra el Manchester United (3-1) de uno de sus mentores, Alex Ferguson.


Llegados a este punto, la pregunta es obvia. Si ya han visto que por separado no acaban de funcionar, ¿por qué Barça y Guardiola no vuelven a unir esos caminos que, tal vez, se separaron prematuramente? Está claro que una de las partes tiene más ganas que la otra, pero el destino es caprichoso. El fútbol, todavía más. Y ya saben que como en casa, en ningún sitio.

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